junio 29, 2009

Sacude a Italia la indiferencia ante dos niñas gitanas ahogadas

Dos chicas gitanas murieron ahogadas el sábado pasado en una playa de Nápoles, y mientras sus cuerpos, cubiertos por toallones, estaban tirados en la arena la gente siguió tomando sol como si no hubiera pasado nada.
Publicadas en las portadas de los principales diarios del país, las fotos que registraron este escalofriante episodio de indiferencia ante la tragedia causaron gran conmoción en Italia.

Todo ocurrió el sábado, en la playa de Torregaveta, en el litoral norte de Nápoles. Allí habían ido a vender sus chucherías Violetta y Cristinia Ibramovic, dos gitanitas de 12 y 11 años que vivían en el campo roma de Secondigliano-Scampia.

Probablemente las dos niñas, que eran primas, no sabían nadar. Pero cerca del mediodía, cuando el sol pegaba fuerte, decidieron bañarse.

Una corriente fuerte, que las arrastró mar adentro, y una ola muy grande, que las tiró con violencia contra un grupo de rocas, provocaron la tragedia. Según la prensa local, desde la playa se oyeron gritos y un equipo de bomberos intentó salvarlas con una lancha, pero todo fue en vano.

Lo peor vino después. Como las dos chicas estaban solas, no hubo escenas de parientes desesperados ante los cuerpos sin vida de las niñas, que fueron llevados a la orilla. Los curiosos que presenciaron el drama enseguida se dispersaron. Y aunque los sus cuerpos yacían sobre la arena, tapados por toallones, la actividad balnearia siguió normalmente.

Unos decidieron almorzar, otros ponerse el bronceador, otros contar por celular qué había pasado. Y la gente siguió tomando sol hasta que, una hora más tarde, la policía fúnebre se llevó los cuerpos de las niñas en cajones, en medio de la indiferencia total, tal como demostraron terribles imágenes que dieron la vuelta al mundo y crearon gran indignación.

"Son éstas las imágenes que nunca querríamos ver de nuestra ciudad, más aún de las que han mostrado por el mundo cuando Nápoles estaba sumergida en la basura", lamentó el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de la ciudad del Vesubio, al condenar duramente la indiferencia que rodeó la muerte de las niñas gitanas.

"La tristeza no sólo proviene de esos cuerpos debajo de los toallones, señal de una tragedia penosa, sino de la gente sobre la arena, que no tomaba parte y que no se sentía involucrada: darse vuelta hacia otro lado a veces puede ser más devastador que los mismos eventos que suceden", denunció el prelado. "No quisiéramos que justamente la indiferencia se perfilara como una, y más grave, emergencia para Nápoles", agregó, al aludir a la conocida y crónica crisis de la basura.

Más allá de la cuestión residuos -que se convirtió en una prioridad del gobierno de derecha de Silvio Berlusconi-, la reputación de Nápoles también se vio manchada hace unos meses por una oleada inédita de violencia en contra de gitanos, cuyos campos fueron asaltados y quemados después de que una niña de esa etnia fue acusada de intentar robar una beba de un barrio de la periferia.

Entonces, hasta los bomberos y la policía debieron salir a defender a los gitanos, que ante la furia popular -quizá manipulada por la Camorra, la mafia napolitana, que quería apoderarse de sus terrenos- se vieron obligados a abandonar sus campos.

Se estima que en Italia hay unos 140.000 nómades, de los cuales 70.000 tienen la ciudadanía italiana. La mayoría vive en precarios campos -algunos legales, otros ilegales- en las principales ciudades del país (Milán, Nápoles y esta capital) y es percibida por la opinión pública como culpable del aumento de delincuencia que hubo en los últimos años. No por nada la cuestión de los "rom" -como les dicen aquí a los gitanos- también se ha convertido en una prioridad del gobierno de Berlusconi, que ha sido blanco en el exterior de arduas críticas por su plan de tomarles a todos ellos las huellas digitales, incluso a los niños.

Si bien la semana última el Parlamento Europeo consideró esta medida "racista y discriminatoria", el ministro del Interior, Roberto Maroni (de la xenófoba Liga Norte), defendió su plan, que aseguró que servirá para censar a los gitanos "no por cuestiones étnicas", sino para que tengan "una vida más digna".

En sintonía con este objetivo, el mismo Maroni -quizás impactado por la trágica historia de las gitanitas de Nápoles- anunció ayer que en los próximos días propondrá que se reconozca la ciudadanía italiana "por razones humanitarias" a los niños gitanos que nacen en la península sin padres.

"Tenemos que tutelar (a estos niños), que viven en estos campos nómades en condiciones subhumanas y cuyo destino es trágico, ya que algunos son usados en el mercado de trasplante de órganos", dijo Maroni.

"En cambio, el primer derecho de un niño, cualquier niño, es tener una identidad", agregó el funcionario.

Elisabetta Piqué

Polemica:
Las fotos que toman la indiferencia de algunas personas ante los cadáveres de dos niñas gitanas en un playa cercana a Nápoles han causado hoy estupor en el país y las críticas del arzobispo de la ciudad, Crescenzo Sepe.

La prensa italiana publica hoy fotos en las que se ve a dos personas que toman el sol a pocos metros de los cadáveres, cubiertos por unas toallas de playa, de Cristina y Violeta, de 11 y 13 años, que se ahogaron el pasado 19 de julio tras ser arrastradas por la olas.

"Estas son las imágenes de nuestra ciudad que no querríamos ver nunca", afirmó el arzobispo Sepe, quien consideró que la idea que dan estas instantáneas sobre Nápoles es peor que la que dio la vuelta al mundo a causa de la crisis de las basuras que inundaban las calles de la provincia.

El cardenal añadió que "mirar hacia otra parte o pasar del tema en algunas ocasiones puede ser más devastador que los acontecimientos".

Los servicios de rescate intentaron reanimarlas, pero fue imposible y sus cadáveres permanecieron en la playa alrededor de una hora mientras se esperaba la llegada de la empresa de pompas fúnebres.

Por su parte, Franco Iannuzzi, alcalde de Monte di Procida, localidad donde se produjo el suceso, aseguró que, según habían explicado testigos presenciales, los bañistas que se encontraban en la playa habían intentado salvar a las niñas.

La Guardia Costera informó de que las dos muchachas acompañadas por dos amigas habrían decidido bañarse, pero las olas y las fuertes corrientes las arrastraron mar adentro.

El aviso de los bañistas permitió además que los socorristas pudieran rescatar a dos de las niñas con vida, mientras que las otras dos fueron llevadas hasta la costa donde intentaron reanimarlas sin éxito.


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