octubre 24, 2005

El niño que llevamos dentro


Una directora de cine elige su película favorita:

“El joven Manos de Tijera”


La verdad es que lo que más me gusta de El joven Manos de Tijera es el personaje: me parece extremadamente conmovedor. No recuerdo cuándo fue la primera vez que la vi: fue en el cine, pero es una película que volví a ver muchas veces, más tarde en la vida. Cuando se estrenó, en el ‘91, yo estaba en mi primer año como estudiante de cine, así que fue una película bastante emblemática para mí. Recuerdo que me conmocionó mucho; por un lado, por su narrativa: es una película muy arriesgada dentro de un estilo que puede pasar como clásico. Pero en especial por su personaje, que es tierno desde un lugar bastante particular. Me identifico mucho con él, algo que me pasa con todo Burton; Burton me encanta en general, me gusta mucho su libro de poesía, me parece que sus dibujos tienen mucho que ver con esta película. Hay algo en esa cosa de niño perdido que va encontrando su lugar en el mundo a pesar de su deformidad; de alguien que con la deformidad de su cuerpo logra belleza. Hace tiempo que no la veo, pero me acuerdo mucho de esas manos torpes capaces de lastimar, y recuerdo cuando él comienza a lograr que eso se estabilice y empieza a cortarles el pelo a las vecinas, y a cortar los cercos y las ligustrinas. Era un personaje muy revolucionario: alguien que está totalmente desencajado en un lugar que no le corresponde, al que no pertenece y en el que sin embargo termina haciendo todo esto.

Johnny Depp tiene una sensualidad muy particular, y eso le da al personaje algo muy carismático; a pesar de su deformidad y de su rareza termina siendo más que querible. También me encanta ese pueblito tan norteamericano en el que transcurre la historia: tiene ese clima muy Burton que te traslada por completo a un cuento. Algo que me costó mucho de El Gran Pez fue el nivel de realismo que manejaba Burton en la imagen. No estaba acostumbrada, me sorprendió, me costó entrar y después me emocionó muchísimo; en el final, cuando se unen realidad y fábula, directamente lloré. Pero me fascina ese tratamiento súper artificial de El joven Manos de Tijera; implica crear un verosímil por completo, a partir de elementos reales.

También hay mucho de todo esto en el libro de Burton La melancólica muerte del Niño Ostra: me acuerdo mucho de El Chico con Clavos en los Ojos; es una imagen terrible, como un fantasma, y evoca algo muy ligado a los miedos infantiles. Eso es algo que me conmueve mucho de Burton: transforma la neurosis del adulto, la lleva de nuevo al nivel del miedo infantil, y eso tiene un efecto casi curativo. Me traslada mucho a mi infancia, una infancia de campo; yo era la menor de tres hermanas con una diferencia de edad muy grande, y estas creaciones de Burton, como El joven Manos de Tijera y El Chico con Clavos en los Ojos, me llevan siempre hasta allí, a esos mundos que yo me creaba cuando era chica, a esos cuentos, a esas fantasías y a aquellas imágenes.

Página12 / junio 2005 - Albertina Carri

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