octubre 27, 2005

En Bolivia, la lucha libre alista personajes inesperados


Vestida con su falda roja de varias capas de tela, zapatos blancos de tacón y un chal con encaje dorado, el traje tradicional del pueblo aymara, Ana Polonia Choque bien podría estar preparándose para una noche de bailes folklóricos o para un festival religioso.

Pero, como Carmen Rosa, maestra del cuadrilátero y ganadora de 100 aplastantes luchas en el pintoresco circuito de lucha libre de Bolivia, ella se está vistiendo para una noche de... destrucción.

Con fieles seguidores gritando su nombre, Choque trepa a las esquinas por encima del cuadrilátero, salta sobre las cuerdas para cobrar impulso y vuela por lo alto, extendiendo los brazos para lograr el máximo efecto. Para deleite de la muchedumbre, el clavado derriba brutalmente a su adversaria, María Remedios Condori, mejor conocida como Julia la Paceña.

Esto es la lucha libre, la versión boliviana del recargado y alocado entretenimiento de lucha. Sin embargo, no hay juego de luces, arenas repletas o celebridades millonarias.

Aquí, en El Alto, con una población casi enteramente indígena de 800.000 residentes aymara y quechua, la lucha es el regreso a una época más simple, quizá más inocente, cuando las peleas entre hombres con mallas negras eran transmitidas por titilantes pantallas de televisión en blanco y negro.

Con la excepción de que la lucha boliviana no es televisada.

Los que desean ver estos enfrentamientos, cada vez más gente, atestan el Centro Multifuncional de El Alto por cientos, pagando el equivalente de un dólar por persona para sentarse, pochoclo en mano, sobre gradas de cemento a temperaturas por debajo del punto de congelamiento. Durante cuatro horas, cada domingo ven luchas del bien contra el mal que casi siempre terminan con luchadores como Mr. Atlas o Batman triunfando sobre el Barón Rojo, la Parca o Barba Negra.

En una ciudad marginal, de penurias cotidianas, la lucha profesional suministra una muy necesaria diversión para gente que tiene poco tiempo o dinero para la recreación.

Para captar la atención

El Alto, que en una generación pasó de un caserío a una extensa ciudad satélite desde la que se domina La Paz, ha creado en buena medida su propia forma de lucha libre. La señora Choque pelea con un grupo particularmente exitoso de luchadores, conocidos como los Titanes del Cuadrilátero.

"Yo quería captar la atención de la gente y llenar el coliseo", explica Juan Mamani, presidente de los Titanes y también luchador.

De las cholitas luchadoras, la más exitosa ha sido Choque, de 34 años, con 65 kilos y una encantadora sonrisa torcida.

Casada y con dos hijos, propietaria de una joyería, Choque recuerda el escepticismo de su marido luego de verla llegar a casa amoratada y golpeada. Pero cuando él vio cuánto le gustaba a ella su pasatiempo, empezó a presentarse en cada lucha y a apoyar su duro entrenamiento, que incluye el ascenso semanal a una cumbre de 4570 metros de altura.

"Deseo hacer esto por tanto tiempo como pueda -dice ella-. La lucha libre es mi vida."

En los encuentros abundan las llaves nelson, las llaves de cabeza, los clavados desde las cuerdas y peleas llanamente sucias, con luchadores que son lanzados fuera del cuadrilátero, sillas lanzadas al interior e incluso árbitros que a veces reciben golpes en la cabeza.

Pero ni los populares Titanes pueden ganarse la vida luchando: perciben aproximadamente 13 dólares por cada enfrentamiento. La mayoría tiene otros empleos, desde profesor de guitarra, pasando por trabajador textil hasta vendedor.

Sin embargo, eso no significa que no tomen la lucha libre con toda la seriedad posible. Tienen que hacerlo: el año último, uno de los Titanes murió tras fracturarse el cuello en una caída sobre el ring.

"La lucha da la impresión de ser un juego actuado, pero duele", destacó Yenny Wilma Maras, de 73 kilos, que una vez en el cuadrilátero se transforma en Marta, la Mujer de El Alto.

"Se ve fácil: se salta por allá y se brinca por todo el ring -sigue-, pero no lo es. Todo tiene que ver con el entrenamiento y el acondicionamiento físico."

Juan Forero

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy interesante sigan apoyando