octubre 27, 2005

Histeria Y locura en el Medio Oriente


Los soldados y policías entran a la parte posterior de la escuela, la zona del jardín de infantes y la guardería, de la colonia de Kfar Darom porque sospechan que allí están escondidos algunos rebeldes. Cuando pasan el segundo pasillo y abren la puerta se encuentran con unas 10 familias con decenas de chicos que les gritan "¡nazis!" y "¡esta es la tierra de Dios. Ustedes son enviados de Satán!".

Las mujeres muestran el puño y lanzan quejidos histéricos. Los hombres están tirados en el suelo y pegan puntapiés a los soldados que intentan agarrarlos. Los chicos, la mayoría de menos de cinco años, lloran. Tienen rostros de desesperación. Una chiquita pelirroja de no más de cuatro comienza a pegar gritos con un sonido gutural cuando ve que se llevan a su padre en andas entre seis soldados. El jefe de la operación es un superintendente de la policía de nombre Shaul y no puede contener las lágrimas. "¿Cómo es posible que esta gente se escude en sus hijos? ¿Cómo pueden estar tan ciegos que no ven el mal que le están haciendo a estos chicos?", se pregunta.

Pero Shimarian y Or, una joven pareja con un bebé de 6 meses y una nena de dos años, dicen estar convencidos de que tienen que estar ahí con sus hijos para defender la tierra que les dio Dios. "Kfar Darom es un sitio bíblico. Por aquí pasó Moisés. ¿Cómo vamos a entregar esta tierra si es nuestra y lo dice la Biblia? ¿Cómo vamos a desobedecer a Dios?", me dice entre medio de los gritos Shimarian, un muchacho de unos 30 años, "perot" (bucles) largos y anteojos pequeños.

Una madre, que tiene un bebito en brazos, otro de poco más de un año durmiendo en su coche y una nena de unos tres años que se agarra a sus largas polleras y llora desconsolada, grita sin parar. Les dice a los soldados que son enviados del Diablo, que no van a poder seguir viviendo con el problema de conciencia que les creará el haber desalojado a los colonos. Otro hombre de larga barba negra y muy delgado se lanza a gritar y llorar histéricamente en el momento en que los soldados lo toman de los brazos y las piernas y lo llevan afuera del edificio hasta entrarlo en un ómnibus que lo sacará de Gaza y lo llevará ante un juez.

El momento más dramático se produjo cuando el último de los hombres que hasta entonces había permanecido callado en un rincón y que tenía una niña de unos cinco años en sus brazos, sacó una tijera y la empuñó en forma amenazadora. En ese momento comenzó un largo letargo que el jefe de policía Shaul hizo que todos escucháramos en silencio y pacientemente, mientras hacía señas a los policías de que se mantuvieran alejados. Cuando terminó, el hombre tomó la tijera y se cortó la camisa del lado izquierdo —el del corazón—, un ritual en señal de duelo.Luego comenzó a hablar en voz baja a la niña que permanecía con los ojos dilatados por el terror. Por último, lentamente, entregó la tijera, se levantó y salió caminando rodeado de policías.

Pero no todo había terminado. En la otra punta del salón, detrás de los juguetes que usaban los chicos de la guardería, había quedado Aaron, un niño de ocho años que alguien había dejado abandonado. Una trabajadora social fue a abrazarlo pero Aaron se resistió. Estaba pálido del susto. Había presenciado todas las escenas sin que nadie lo tuviera en cuenta. Después de un rato, apareció una psicóloga que lo hizo hablar. "A mi papá se lo llevaron los hombres estos de azul y mi mamá salió con el carrito y mis hermanitos", dijo. Shaul mandó a buscar a la madre. Aaron le grito: "¡No. Yo no quiero ir preso!".

El grueso de la gente de la colonia y en particular los cientos de activistas de la extrema derecha religiosa que llegaron acá para apoyar a los colonos, se parapetó en la sinagoga, a dos cuadras de la escuela. Desde las dos terrazas del techo del recinto religioso, los chicos naranja (el color que distingue a este movimiento) cantaron y lanzaron consignas desde temprano y hasta avanzada la tarde, cuando el ejército tomó el lugar, justo unos minutos antes de que comenzara el descanso del viernes previo al Shabat, el día semanal del descanso y la plegaria para los judíos.

Una enorme grúa ubicada frente a la entrada de la mezquita, tomó un contenedor de unos 10 metros de largo por tres de alto y lo elevó al cielo ante el asombro de los manifestantes. Hubo corridas por las terrazas y los techos. La mayoría se cubrió detrás de una valla de alambradas que ellos mismos habían levantado sobre la segunda terraza.

La grúa continuó levantando el contenedor de hierro. Lo quiso depositar sobre la parte más alta pero los manifestantes lo impidieron con palos y hierros. En una rápida maniobra, la grúa terminó depositando el contenedor sobre la primera terraza. Hubo un momento de silencio. La grúa se alejó y para sorpresa de todos los que estábamos allí, se abrió la puerta del contenedor y comenzaron a salir policías. Más de cuarenta uniformados corrieron por la terraza y se metieron dentro de la sinagoga. Los manifestantes les tiraban pintura, ácido y los palos que habían usado para enarbolar las banderas amarillas con una corona negra, símbolo del Reino de Judea que reivindican.

A partir de ese momento hubo una impasse de una media hora. Nadie sabía muy bien que sucedía dentro del templo. Se escuchaban gritos y golpes. Los chicos de la terraza superior corrían y desaparecían dentro de las instalaciones. Después se abrió la puerta principal de la sinagoga y los policías comenzaron a sacar a la gente. Muchos otros soldados avanzaron y entraron para arrastrar a los rebeldes. Llegó la noticia de que la sinagoga principal de esta zona de las colonias de Gush Katif, ubicada en el corazón de la colonia de Neve Dkalim, ya había caído a pesar de una lucha encarnizada que terminó con varios heridos.

Cuando caía el sol e Israel se disponía a entrar en el día de descanso antes de la reflexión del Shabat, la sinagoga estaba tomada por las fuerzas de seguridad. El foco de resistencia más duro hasta el momento también había caído. Lo hacía por segunda vez. Esta es una colonia creada en 1932 y tuvo que ser evacuada en 1948 en la guerra de la independencia. Con la reconquista de la Guerra de los Seis Días en 1967, los colonos regresaron. Ayer tenían que abandonarla nuevamente. En unos pocos días, volverá a ser territorio palestino.

Gustavo Sierra

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