octubre 24, 2005

Pena capital en paises árabes


En siete países que aplican la sharia, la homosexualidad se castiga con azotes y hasta con la pena capital


El 25 de febrero de 1998, un muro de piedra fue derribado por un tanque de guerra sobre los cuerpos de Fazalur Rehman, Ahmed Shah y Abdul Quahir ante miles de espectadores, en la localidad afgana de Kotac Morcha, al norte de la ciudad de Kandahar. El 22 de marzo de ese año corrieron la misma suerte los afganos Abdul Sami, de 18 años, y Bismillah, de 22 años, dos residentes de la provincia de Herat.

¿Cuál fue su delito? Haber mantenido relaciones con personas de su mismo sexo, según la corte de Afganistán que los condenó.

Mientras en países como España la legalización de los matrimonios gays ha provocado un fuerte debate en la sociedad, existen naciones como Afganistán que se mantienen ajenas a toda discusión sobre el asunto e incluso castigan la homosexualidad con la pena capital.

Estos países africanos y asiáticos ultraconservadores -Sudán, Irán, Paquistán, Arabia Saudita, Mauritania, Afganistán y Yemen- son de religión islámica y mantienen en vigor la sharia, la ley aplicable para los musulmanes que surge del Corán y del ejemplo de vida del profeta Mahoma.

La sharia condena el sexo fuera del matrimonio. Dentro de esa condena, se incluyen las relaciones entre personas del mismo sexo. Según se desprende de un informe publicado recientemente por la Liga Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA, por sus siglas en inglés) sobre la situación legal de la homosexualidad en el mundo, las cortes a cargo de juzgar las relaciones gays en estos siete países las ven por lo general como un agravante de las extramaritales heterosexuales, algo que, según la entidad, pone a los acusados lejos de un juicio justo y muy cerca de la muerte o de severos castigos físicos.

El director de la Casa para la Difusión del Islam en la Argentina, el jeque Mohsen Ali, explicó a LA NACION que los países mencionados no deberían aplicar la pena de muerte en estos casos, "en tanto que no aseguren la plena vigencia de la sharia en los aspectos que benefician a la comunidad, como el fomento del bien, la justicia social y la educación para todos".

"La sharia sólo puede aplicarse en una sociedad ciento por ciento islámica -añadió-. Hoy no tenemos eso y no se puede aplicar en todo su rigor. Va contra la sharia si se hace. Estos [siete] países vienen de un largo proceso de colonización francesa, otomana o inglesa, y poco a poco el islam va ganando terreno."

En 1983, Sudán promulgó un código penal basado en la sharia. Según asegura el informe de la ILGA, sanciona con la pena de muerte a los hombres casados culpables de adulterio (incluyendo las relaciones homosexuales) y con 100 azotes a los solteros que tengan relaciones sexuales. Entre 1983 y abril de 1985, cientos de hombres fueron azotados por haber mantenido relaciones heterosexuales ilegítimas, pero ninguno, hasta donde se sabe, por relaciones homosexuales.

Apedreados

En Paquistán, el Código Penal considera un crimen "el conocimiento carnal de un hombre contra la naturaleza" y establece penas que van desde los dos años de prisión hasta la cadena perpetua e incluyen un castigo corporal de 100 azotes. Las leyes islámicas -que fueron reintroducidas en ese país en 1990- pueden establecer en estos casos la pena de muerte por apedreamiento, según el informe.

La Organización Mundial contra la Tortura criticó a Paquistán por haber azotado en público a Mohammed Zaman, un trabajador de una mezquita de 38 años, y a Fahimullah, un estudiante de 14 años, bajo acusaciones de haber mantenido relaciones homosexuales en un baño público.

Irán también considera el sexo homosexual un delito grave. El castigo es la pena de muerte si los acusados son hombres adultos; una corte de la sharia debe decidir el método de ejecución. Si el acusado no es adulto puede ser castigado con 74 azotes. En el caso del lesbianismo, el castigo son 100 azotes. Si una persona recibe este castigo tres veces, la pena de muerte se aplica en la cuarta ocasión.

Existen varios reportes sobre la aplicación de estas sanciones. El último fue el de Ali Sharifi, que fue ahorcado en 1998 por haber mantenido una relación homosexual.

Según la ILGA, en Arabia Saudita las relaciones gays merecen, en el caso de una persona casada, la pena de muerte por apedreamiento, y azotes y destierro en el caso de una persona soltera.

En octubre de 1996, Amnistía Internacional informó que 24 trabajadores filipinos habían sido sentenciados a 200 azotes en Arabia Saudita luego de que fueran arrestados por su presunta conducta homosexual. En septiembre de 1996, la agencia de noticias UPI aseguró que por lo menos una de las 200 personas que habían sido decapitadas en Arabia Saudita en 1995 fue condenada por ser homosexual.

La ofensiva contra la homosexualidad también puede redundar, en estos países, en limitaciones a la libertad de prensa. Tres periodistas fueron condenados a tres meses de prisión en suspenso en Yemen en mayo del año pasado por haber publicado una entrevista con un homosexual encarcelado.

El riesgo que corre la vida de los homosexuales en estas siete naciones determinó que se produjeran algunos casos de asilo político. Entre 1994 y 1996, Estados Unidos recibió a tres hombres gays paquistaníes y Canadá, a uno. Estados Unidos también concedió asilo a un mauritano en 1997. Luego de llegar al país, el solicitante informó a su familia que era gay. Según dijo a los funcionarios estadounidenses, su padre amenazó con matarlo y con denunciarlo a las autoridades islámicas si volvía a casa.

Diario LA NACION / junio 2005 - Leandro Uría

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